Asco. Muy práctica esta palabra. Esta semana pasada ha sido un completo asco. A continuación pasaré a relatar los dos días que me jodieron la semana. Primero: el miércoles. En la madrugada del día anterior falleció mi abuelo, y fue en ese miércoles cuando tuvo lugar el entierro. Que nadie se ponga a darme el pésame ni nada por el estilo, esas cosas solo me repatean. Empecemos a hablar sobre el día en cuestión: para empezar me levanté un poco (bastante) antes. Cabe decir que en esos momentos estaba con mi tia abuela y mi bisabuela. Bueno, después de desayunar volví a mi cuarto y procedí a vestirme. Una vez hube acabado abrí la puerta de mi habitación. Mi bisabuela me dirigió una mirada algo extraña, y tras un escaso segundo me preguntó si iba a ir vestido así al funeral. Yo asentí, y acto seguido me preguntó si no tenía más ropa, ya que por lo visto no le parecía muy adecuada. Yo llevaba un jersey con cremallera (que bien me explico) y un pantalón de pana, que aunque sé que no es la combinación más recomendable para llevar en estas situaciones no es que tuviese nada mejor. Volviendo al tema, después de admirar mi gran cantidad de ropa (sarcasmo) mi bisabuela decidió que yo estaría más guapo llevando una sudadera. Pero esa sudadera no era una cualquiera, era una sudadera del Cirque du Soleil. Irradiaba seriedad y respeto por todas partes, vaya. Tras una ardúa batalla, conseguí convencerla de que la sudadera no era adecuada para la situación que teníamos entre manos. En ese instante llegó mi padre en el interior de un traje negro (muy original él), y me hizo entrega de unos mocasines negros que debía ponerme. En ese momento tanto mi bisabuela como mi tía abuela salieron del piso, quedando yo así solo con mi padre. Tan pronto terminé los últimos preparativos (echarme colonia y desodorante), mi viejo y yo pusimos rumbo al coche. Después de encender y desplazar unos metros dicho artefacto, mi señor padre me pidió que encendiera el GPS para averiguar dónde se encontraba el tanatorio. En principio el GPS no encontraba ningún satélite, pero tras hacer un poco el mono pudo encontrar 6. Ahora viene lo bueno: el GPS con su sensual voz indica que después de 100 metros viene una rotonda y hay que tomar la salida de la izquierda. Parece ser que mi padre solo se enteró de lo último, puesto que despues de pasar una cosa que podía ser de todo menos una rotonda giró a la izquierda. El GPS entonces dijo que girase a la derecha, a lo cual mi padre hizo caso omiso y siguió en línea recta. En ese momento me pregunté cual era el aliciente de tener un GPS si al final iba a donde le salía de las gónadas. En fin, un rato después vimos un edificio con unas letras grandes que decían "TANATORIO". Aparcamos la bestia y entramos en el edificio. En la recepción una chica (muy amable ella) nos dice que allí no está mi difunto abuelo, que hay otro tanatorio cerca y que seguramente estará allí. Ya me pareció raro que el GPS dijese que todavía quedaba camino. Estando otra vez sobre el asfalto, veo que mi señora madre llama al móvil de mi padre. Al parecer mi bisabuela le había dicho que yo no llevaba la indumentaria adecuada, y quería comprobar si era cierto. Después de explicarle la obsesión que sentía mi bisabuela por la dichosa sudadera me despegué del aparato, y un rato más tarde (por fin) llegamos al tanatorio. A partir de aquí no hay nada que destacar salvo:
- En la cafetería del tanatorio mis familiares me preguntaron como unas seis veces (e individualmente) si quería tomar algo.
- Al poco de iniciar la travesía hacia el cementerio vi unos zapatos colgando de un cable eléctrico. Es una tontería, pero me hizo gracia.
- Poco después de lo anterior mi padre se equivocó de camino y tuvimos que dar la vuelta (se lució ese día). Volví a ver los zapatos.
- El cementerio muy bonito y tal, pero no podrían haber puesto a mi abuelo en una parte más fea. Aunque se notaba que todavía tenían que construir más por esa zona.
Etiquetas: personal
Publicar un comentario